Fuí jugador profesional de baloncesto entre 1990 y 2000, desarrollando mi carrera deportiva en España, Italia y Francia.

Precisamente, mi descubrimiento de la PNI tiene lugar en esta etapa. Acudí a Leo Pruimboom, máximo impulsor de esta ciencia médica en Europa, durante mis vacaciones del año 1997. Llevaba desde 1991 con dolor en las rodillas y un diagnóstico de tendinitis rotuliana crónica sin resolver, incluso después de optar por una cirugía con sus 6 meses posteriores de recuperación.

Jamás podré olvidar el primer día que pasé consulta –más de una hora de preguntas y reflexiones; un ‘deep learning’ que me situó como protagonista del proceso de recuperación-. Tras un final feliz del tratamiento, aquello fue el principio de una gran amistad. Llegué a la PNI con el diagnóstico en los tendones que me impedía desarrollar mi profesión, y su método científico me devolvió un estilo de intervención que jamás finaliza, porque no deja de incorporar conocimientos y hábitos de absoluta vanguardia

Después de mi retirada, he seguido ligado al mundo del baloncesto fundando la Asociación de Baloncesto Colegial, y al mundo de la consultoría a través de una empresa propia TSC, y como Profesor Asociado del Instituto de Empresa.

Pero desde aquel lejano 1997, jamás he abandonado la idea de que la PNI clínica debía tener un espacio relevante en el mundo de la salud y del rendimiento. Ya en el año 2000, impulsé las primeras formaciones en Madrid, que derivaron posteriormente en un Máster Universitario, y que ahora se lideran desde proyectos europeos, con mucha repercusión en España.

La puesta en marcha del IEP es, por tanto, un objetivo vital al que dedicaré todo mi esfuerzo y compromiso. Sabemos que lo que hacemos funciona, y que mucha gente va a beneficiarse de ello.