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Combatir el sedentarismo se ha convertido en uno de los grandes objetivos de todas las instituciones que promueven la salud. La inactividad física es uno de los tres grandes factores de riesgo para la salud asociados al estilo de vida que son modificables, los otros dos son la alimentación y el tabaquismo (13).
Desde el IEP nos gustaría en primer lugar hacer una distinción que creemos resulta crucial entre dos conceptos que tienden a confundirse: no es lo mismo pasar demasiado tiempo sentado que realizar insuficiente ejercicio físico (14). La importancia radica en el hecho de que, recientes publicaciones, parecen apuntar al tiempo que invertimos en actividades sedentarias (tiempo sedente) como un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades no transmisibles, de manera independiente a la actividad física (15-20).
La profesora Judith Cole y sus colaboradores de la Universidad de Memphis en Estados Unidos (17), en un trabajo interesante aunque con algunas limitaciones dada la muestra que utilizan, nos presentan algunas conclusiones en forma de barreras que dificultan la reducción de conductas sedentarias dentro del mundo corporativo. Gran parte de ellas tienen que ver con percepciones limitantes por parte de los propios trabajadores; especialmente aquellos con perfiles más directivos.
Percepciones tales como que estar sentados es más apropiado para trabajar con ordenadores que hacerlo de pie. Asociaciones entre el tiempo de permanencia sentados y la carga de trabajo que presentan. Asociaciones entre los límites temporales de entrega del trabajo y el hecho de que la interrupción del mismo para abandonar los puestos de trabajo y moverse pudiera afectar a la carga de trabajo que son capaces de sacar adelante. Percepción de que ciertas propuestas para promover menos sedentarismo son percibidas como lujos extras que no pertenecen al cuerpo de negocio, en lugar de factores que pudieran contribuir a mejorar la salud y por tanto la productividad global de la compañía.
En resumen, las principales barreras parecen estar asociadas a la naturaleza del propio trabajo, a la presión percibida de los trabajadores a permanecer sentados frente al ordenador; a la propia elección de desarrollar la actividad física fuera de las horas de trabajo, y a la falta de facilidades asociadas a la naturaleza física del lugar de trabajo, que no permite generar necesidades para inducir movimiento.
Parece lógico pensar que ambas situaciones puedan coexistir (21), y que haya individuos que, presentando niveles elevados de actividad física moderada a vigorosa, puedan estar sin embargo en riesgo de desarrollo de procesos inflamatorios de bajo grado (22-24) por presentar igualmente actividades que requieren un tiempo sedente prolongado.
Pongamos en marcha ideas creativas como ésta. Es mucho más divertido subir escaleras.
REFERENCIAS
13. Lees SJ, Booth FW. Sedentary Death Syndrome. Can. J. Appl. Physiol. 29(4): 447-460. © 2004 Canadian Society for Exercise Physiology
14. Owen N, Healy GN, Matthews CE, Dunstan D. Too much sitting: the population-health science of sedentary behaviour. Exerc Sport Sci Rev. 2010;38(3):105–13.
15. Balagopal P, de Ferranti SD, Cook S, et al. Nontraditional risk factors and biomarkers for cardiovascular disease: mechanistic, research, and clinical considerations for youth: a scientific statement from the American Heart Association. Circulation 2011; 123: 2749–2769.
16. Canas JA, Sweeten S, Balagopal PB. Biomarkers for cardiovascular risk in children. Curr Opin Cardiol 2013; 28: 103–114.
17. Cole et al. They should stay at their desk until the work’s done: a qualitative study examining perceptions of sedentary behaviour in a desk-based occupational setting. BMC Res Notes (2015) 8:683DOI 10.1186/s13104-015-1670-2
18. C.L. Falconer, A.R. Cooper, J.P. Walhin, D. Thompson, A.S. Page, T.J. Peters, A.A. Montgomery, D.J. Sharp, C.M. Dayan and R.C. Andrews.Sedentary time and markers of inflammation in people with newly diagnosed type 2 diabetes. Nutr Metab Cardiovasc Dis. 2014 Sep; 24(9): 956–962. PMCID: PMC4154448 doi: 10.1016/j.numecd.2014.03.009
19. L. Gabel, N. D. Ridgers, P. A. Della Gatta, L. Arundell, E. Cerin, S. Robinson, R. M. Daly, D. W. Dunstan and J. Salmon. Associations of sedentary time patterns and TV viewing time with inflammatory and endotelial function biomarkers in children. Pediatric Obesity published by John Wiley & Sons Ltd on behalf of World Obesity. Doi: 10.1111/ijpo.12045. 2015
20. Henson J, Yates T, Edwardson CL, Khunti K, Talbot D, et al. (2013) Sedentary Time and Markers of Chronic Low-Grade Inflammation in a High Risk Population. PLoS ONE 8(10): e78350. doi:10.1371/journal.pone.0078350
21. N. Owen, G.N. Healy, C.E. Matthews, D.W. Dunstan. Too much sitting: the population health science of sedentary behavior, Exerc Sport Sci. Rev. 38 (3) (2010) 105e113.
22. Healy GN, Matthews CE, Dunstan DW, Winkler EA, Owen N (2011) Sedentary time and cardio-metabolic biomarkers in US adults: NHANES 2003-06. Eur Heart J 32: 590–597.
23. Allison MA, Jensky NE, Marshall SJ, Bertoni AG, Cushman M (2012) Sedentary behavior and adiposity-associated inflammation: The multi-ethnic study of atherosclerosis. Am J Prev Med 42: 8–13.
24. Yates T, Khunti K, Wilmot EG, Brady E, Webb D, et al. (2012) Self-reported sitting time and markers of inflammation, insulin resistance, and adiposity. Am J Prev Med 42: 1–7.
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13 Marzo
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