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La parte olvidada de nuestro intestino; la boca (I)

Por Laura Rodríguez, terapeuta del IEP, Master en Psiconeuroinmunología clínica.

Abordamos, en estas próximas entradas del blog, una conexión que pocas veces se tiene en cuenta de cara a nuestro estado de salud; la que se realiza de forma permanente entre nuestro intestino y nuestra cavidad bucal. En este primer post nos centraremos en la importancia de nuestra salud intestinal.

Sabemos que el intestino es uno de los pilares fundamentales del Sistema de Barreras del cuerpo, pues es capaz de frenar la entrada de patógenos y sustancias tóxicas a nuestro organismo, impidiendo así estados de inflamación generalizada. Para que pueda desempeñar estas tareas tan indispensables para la salud de nuestro organismo, ha de tener una integridad. Algo que se está viendo muy dañado en los últimos años debido a varios factores concretos.

La nutrición: alimentos como el “gluten”, por su gliadina, y la leche con su caseína, rompen literalmente ese Sistema de Barreras, ya que roban proteínas con las que está construido nuestro intestino. Otros alimentos igual de dañinos serían las Lectinas y Saponinas que roban el colesterol que sirve de protección a la mucosa intestinal. Estos elementos dañinos se encuentran por ejemplo en cereales, arroces, legumbres, solanáceas verdes, semillas…

También nutrientes que aportan fibras que fermentan en el intestino alterando la flora. O aquellos que aportan una cantidad excesiva de patógenos, como las carnes rojas y la leche, por su alto contenido en Neu5-AC.

Un déficit de alimentos con fibras saludables y probióticos propios de la especie humana; algas, alimentos fermentados…, así como el déficit de micronutrientes y macronutrientes, una vez más provocado pornuestro estilo de vida, deriva en déficit de glutamina, una sustancia indispensable para mantener la integridad de esas barreras corporales, y para el buen funcionamiento del sistema inmune.

Y por último, en el plano de la nutrición, el exceso de ingestas diarias y una dieta pobre en grasas omega 3, nos impide totalmente reparar daños y bajar la inflamación, sobre todo si añadimos permanentemente alimentos con exceso de azúcares que hacen crecer las “bacterias malas” del intestino, ya que éstas encuentran ahí su alimento principal

El estrés psicoemocional: a través de la Adrenalina, Noradrenalina y Cortisol. Las disfunciones entre los enterocitos también acaban dañando y perforando el intestino.

Las alteraciones del Biorritmo; con especial incidencia en esos llamados trabajos a turnos, en las comidas a deshora, en la ingesta de nutrientes con alto contenido en grasa e hidratos de carbono por la noche; en la exposición nocturna a luz azul... Nuestras hormonas de estrés segregan en exceso y fuera de tiempo, mientras dejamos de generar otras sustancias que serían necesarias, precisamente, para esa protección frente al estrés. Por ejemplo, una alteración del biorritmo impedirá que el ácido clorhídrico sea contrarrestado por la anhidrasa carbónica, dañando de forma importante el epitelio intestinal

Una vida sedentaria o un exceso de deporte. Siendo esto segundo un asunto que se está descubriendo como no menor, pese a la corriente que venía empujando desde hace años a favor de un deporte casi extremo, con retos de mucho impacto (carreraras de ultrafondo, travesías, etc...), que se han demostrado como algo en numerosos casos tan dañino para nuestro intestino como la ausencia total de movimiento.

Los medicamentos que alteran la flora bacteriana, como los antibióticos, y por supuesto los antiinflamatorios, tan dañinos para nuestro Sistema de Barreras. Y sobre esto no es necesario extenderse mucho más, pues el propio Sistema General de Salud está haciendo campañas para su correcto uso y recetario.

En definitiva, todos los elementos anteriores, como responsables de alterar la integridad de uno de los principales elementos de nuestro sistema inmune innato, dejándonos expuestos a la entrada de patógenos en nuestro organismo, y a la activación crónica de nuestro sistema inmune, lo cual acaba siempre provocando un estado  llamado de Inflamación de Bajo Grado, que suele derivar en patologías graves con el paso del tiempo...

No es por casualidad que este vídeo de nuestro compañero Daniel de la Serna, en el cual nos hablaba de estas interrelaciones entre sistemas, siga acumulando visitas. 

 

 

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