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Como potenciar la tolerancia al estrés protegiendo la salud de las personas es uno de los temas punteros con más líneas de investigación científicas abiertas actualmente entre las disciplinas de las ciencias de la salud.
Algunas investigaciones apuntan a cómo la vuelta al contacto con estresores moderados análogos a los sufridos por nuestros antecesores, facilitan la recuperación del metabolismo y la normalización del funcionamiento inmunológico a través de efectos denominados horméticos [1,2].
Estos efectos parece que juegan un papel muy beneficioso sobre el órgano del cuerpo más sensible a los efectos del estrés crónico, el cerebro, órgano que es responsable de gestionar los recursos energéticos del organismo.
El estrés ha sido definido por algunos autores como un “estado de elevada demanda energética por parte del cerebro” en situaciones de incertidumbre [3]. Bruce McEwen, profesor emérito de la Universidad de California, apunta en relación con el estrés, como una vez que el contexto de un individuo ha cambiado y aumenta la percepción de inseguridad, es cuestión de tiempo que tengamos que confrontarnos con la siguiente pregunta: ¿Podría cualquiera de las opciones que dispongo salvaguardar mi bienestar físico, mental y/o social? El estrés aparecerá en aquellos individuos que muestran incertidumbre en la respuesta [4]. Parece por tanto que cualquier intento de comprender el impacto del estrés en las personas, requiere de una aproximación biopsicosocial.
Adaptarnos al estrés significa cambiar, implica tomar decisiones y desarrollar nuevas conductas, acciones que resultan no solo difíciles, sino también caras desde un punto de vista energético.
Para que nos hagamos una idea, en situaciones de estrés agudo, el cerebro incrementa su demanda de energía en un 12% en cuestión de minutos [5] y cubrir esta demanda parece un hecho fundamental y complejo desde el momento en que, en condiciones normales, sin estrés añadido, el cerebro consume alrededor del 70% de la glucosa que circula por la sangre cada 24 horas [6].
Entender bien como acontecen estos mecanismos que deben asegurar esta energía extra, y descifrar que factores de riesgo asociados al estilo de vida comprometen su funcionamiento, han abierto nuevas puertas a intervenciones orientadas a facilitar el aporte de energía al cerebro para facilitar de este modo, la adaptación al estrés crónico.
Otra de las consecuencias dañinas para la salud del organismo asociadas al estrés crónico es la capacidad que tiene éste de alterar el ritmo de los ejes hormonales que son responsables de regular la capacidad de adaptación de las personas a los diferentes contextos.
Esta alteración, conocida como jetlag social [7] condiciona el mantenimiento del propio biorritmo corporal con lo que el reparto de energía en el organismo entre los diferentes órganos y sistemas se ve comprometido. Este fenómeno, está en el centro de muchos de los problemas de salud pandémicos hoy en día como son, por ejemplo, la enfermedad cardiovascular [8] o la obesidad [9] y diseñar estrategias para revertirlo parece una de las aproximaciones más relevantes para recuperar la salud.
Aquí es donde el concepto biológico de hormesis parece poder jugar un papel muy destacado.
El concepto de hormesis se refiere a la capacidad de respuesta evolutiva y adaptativa conservada por todos los organismos vivos a desafíos medioambientales y/o nutricionales de intensidad moderada que pueden incluir cambios por los que un sistema determinado incrementa su tolerancia a un factor de estrés mayor [10].
Si deseas saber como utilizar estrategias sencillas basadas en el estilo de vida tales como la exposición al frío, al calor, la respiración, la dieta o el ritmo alimentario para combatir el estrés, no dudes en apuntarte a esta conferencia. ¡Te esperamos!!
Bibliografia
Mattson MP, Lifelong brain health is a lifelong challenge: from evolutionary principles to empirical evidence. Ageing research reviews 20, 37-45 (2015)
Tebay LE, Robertson H, Durant ST et al. Mechanisms of activation of the transcription factor Nrf2 by redox stressors, nutrient cues, and energy status and the pathways through which it attenuates degenerative disease. Free Radic Biol Med 2015;88:108-46
Peters, A., McEwen, B.S., 2015. Stress habituation: body shape and cardiovascular mortality. Neurosci. Biobehav. Rev. 56, 139–150.
Peters A, McEwen BS. Stress habituation, body shape and cardiovascular mortality. Neuroscience & Biobehavioral Reviews. Vol 56, September 2015, Pages 139-150.
Peters A. The selfish brain: Competition for energy resources. Am J of human biology. 15 Nov 2010.
Straub RH. Inuslin resistance, selfish brain, and selfish immune system: an evolutionary positively selected program used in chronic inflammatory diseases. Arthritis Research & Therapy 2014 16 (suppl 2): S4.
Marc Wittmann, Jenny Dinich, Martha Merrow & Till Roenneberg (2006) Social Jetlag: Misalignment of Biological and Social Time, Chronobiology International, 23:1-2, 497-509, DOI: 10.1080/07420520500545979
Wong PM, Hasler B Kamarck TW et al. Social Jetlag, Chronotype, and Cardiometabolic Risk. The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, Volume 100, Issue 12, 1 December 2015, Pages 4612-4620.
Roenneberg T, Allebrandt KV, Merrow M, Vetter C. Social Jetlag and Obesity. Current Biology. Vol 22 Issue 10, 22 May 2012, Pages 939-943
Calabrese EJ, Mattson MP. How does hormesis impact biology, toxicology, and medicine? NPJ Aging Mech Dis 2017;3:13
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