Actividad física, la estrategia más potente para mejorar la salud (I)

El IEP pone en marcha su área de Ejercicio Físico bajo la coordinación de nuestro experto en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Andy Dunckel. Hemos creado tres programas específicos que se adaptan a las necesidades y objetivos de cada persona, buscando en todos ellos la mejora de la Salud y del Rendimiento.

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Si hay una cualidad que pudiera pertenecer al Homo Sapiens tanto como un cerebro pensante, sería sin ninguna duda el movimiento. Resulta prácticamente imposible poder explicar el desarrollo de la conducta humana sin el impacto que ha tenido toda la neuroanatomía responsable para la elaboración de los programas motores.

La capacidad de adaptación tan espectacular que hemos desarrollado en relación a nuestro ambiente a lo largo de la evolución, está íntimamente relacionada con el hecho de haber sido capaces de solventar los desafíos de estrés evolutivo (fundamentalmente por su capacidad de matarnos).

Así fuimos modelando una capacidad adaptativa, o dicho en palabras más comprensibles, nuestra tolerancia al estrés. No fue un aprendizaje rápido, más bien todo lo contrario, pero sí muy eficaz. Para ello, maduramos primero las áreas cerebrales que medían los desafíos, para conectar después estas áreas con las que nos permitieron iniciar búsquedas resolutivas. La conexión entre las áreas cerebrales que miden peligros (generando sensaciones homeostáticas tales como el hambre, la sed, el frío o el calor) y las áreas cerebrales que inician las búsquedas a través del movimiento, resultaron ser las estrategias más exitosas para poder sobrevivir.  

Esto sucedió al menos los últimos 2 millones de años desde una perspectiva evolutiva, y en este contexto se encuadra el movimiento del Ser Humano, es decir, el movimiento como estrategia de búsqueda de soluciones: El Movimiento Espontáneo. De alguna manera, el cerebro, a través del proceso de toma de decisiones ha desarrollado un tentáculo periférico que le ha permitido ejecutar esas decisiones: la musculatura.

El mantenimiento del músculo no sólo es imprescindible para proteger al cerebro de posibles daños, sino que tiene la capacidad de influir positivamente sobre procesos cruciales para la salud y el rendimiento. El músculo es capaz de redistribuir la Energía Corporal en favor del cerebro: produce inmunomensajeros con capacidad de inducir cambios antinflamatorios en el sistema inmune; facilita el reparto de energía entre los diferentes órganos corporales, lo que acaba mejorando el flujo sanguíneo a órganos como el corazón, el cerebro o los pulmones, etc…

En este vídeo os dejo alguna reflexión que he compartido con nuestros futuros especialistas en PNIc.